martes, 24 de abril de 2012

Cual Peggy Olson



Cual Peggy Olson, te veo sentada escribiendo estas líneas, como una secretaria aún por descubrir en la vida agitada del Nueva York de los 50. No se debe a mi capricho, ni a mis deseos más sucios y esquinados, sino más bien a la desdicha de unos patines sin freno y a la práctica deportiva en edad avanzada. Pongo mis palabras en tus manos, así como mis deseos, mis miedos y los nervios que esa cercana intervención quirúrgica me provocan. Sé que no es mucho, que todo cirujano ha practicado previamente tejiendo cientos y cientos de bufandas y jerséis de lana de Angora, pero aún así se me cruzan las piernas. Ahora me doy cuenta de por qué no fui a la guerra. No haber hecho la mili es un factor totalmente secundario. 

Como te decía, volveremos pronto al hogar. Mi aguja-fobia desaforada se convertirá en deporte, y el deporte desaparecerá de mis peores pesadillas. La recuperación de los mercados no fusionará ni mi cúbito ni mi radio, sólo el tiempo y la paciencia me ayudarán a practicar la peineta con todo lo que en mi contra se vuelve y mis sueños espanta.

Gracias por ayudarme a escribir estas líneas, por escribir muy bien a máquina, y todo lo demás que tú ya sabes.

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